viernes, 23 de enero de 2015

Tango Gloria y Eduardo Arquimbau Argentina


Tango:

En el tango no hay banderías políticas, religiones, diferencias sociales ni edad. Su contexto social es el abrazo" Así sintetiza su relación con el tango, este hombre que ha vivido y vive su vida por y para esa danza. Brillante, estudioso, trabajador, cordial, pero por sobre todas las cosas, increíblemente modesto. Sí; humilde hasta lo indecible aún siendo portador de un pesado currículum que avala y adorna su importante trayectoria pasada y presente. Todo comenzó – cuenta – como una simple relación entre vecinos cuyo gusto era el baile, cualquier baile, todas las danzas, todos los ritmos. Ella, aprendía danzas españolas; él, zapateo americano, jazz, swing y un poco de tango entre hombres, cuando apenas había estrenado sus primeros pantalones largos. Habían sido compañeros de juegos desde muy chicos en ese barrio de Pompeya y, el profesor de danzas de ella, un día lo invitó a su clase. El y la vecinita, empezaron a bailar tango en clubes y sociedades de fomento, siempre acompañados por la mamá de ella. Dos años más tarde, en 1961, lograban una invitación para acompañar a la orquesta de Francisco Canaro en una gira por Japón, promocionada inteligentemente, por el embajador Orfila. A este evento, tan bien preparado, asistiría el entonces presidente Frondizi. Gloria y Eduardo Arquimbau, que todavía ni siquiera eran novios, tuvieron un impedimento para esa gira y era la decisión de la mamá de Gloria de no permitir que viajaran solos, por lo que ellos no tenían muchas ilusiones de que ese sueño se hiciera realidad. En verdad, no tenían ninguna esperanza; es más, él casi se había conformado con la imposibilidad de viajar. Lo había tomado como algo inaccesible, por lo menos en ese momento, pensando que, más adelante, tal vez pudieran hacerlo. Pero a veces, los milagros ocurren a pesar del asombro e incredulidad de sus protagonistas. En general, estos sorprenden con algo tan inesperado como inimaginable y encuentran totalmente desprevenidos a sus beneficiarios. Y hacia allá fueron Eduardo, con veintitrés años recién cumplidos, Gloria solamente con trece y su mamá que, según el contrato, era otra bailarina. De esta manera ocurrió su primera entrada a ese país, del cual no conocían casi nada y en el que recibieron el apodo de "los nenes". A partir de aquella gira que fue el principio de todo, bailaron en shows con casi todas las orquestas que en ese momento brillaban: Pugliese, Caló, Troilo, Mores, Canaro, Sassone, De Angelis, etc. También se intensificaron las giras por el mundo – siempre acompañados por la mamá de Gloria -, hasta que llegó el casamiento por fin. Y en una de esas giras, estando en Rusia, Gloria quedó embarazada. Esto dio motivo a que, en el próximo viaje, Eduardo tuviera que valerse de un ardid para no tener problemas. Como Gloria no podía viajar por el próximo nacimiento, el contrato había sido firmado hacía tiempo y los carteles anunciando el evento, impresos, tuvo que viajar con la esposa de un amigo, que se hizo pasar por Gloria. Anécdotas como éstas, ocupan un valioso lugar en la vida de esta pareja. Cuando su beba cumplió los cinco meses, volvieron a salir de gira pero siempre acompañados por ella, a quien llevaban en todos sus viajes. Integraron el elenco original de Tango Argentino en 1984, ininterrumpidamente durante diez años. Incansables y con muchas ganas de seguir aprendiendo, hicieron televisión bajo la dirección del sagaz y talentoso David Stivel, admirado director de teatro y televisión, quien los guió y les enseñó técnicas teatrales que empleaban en sus exhibiciones y adornaban sus coreografías. Cuando éste consideró que su misión estaba cumplida y que sus enseñanzas habían dado los mejores frutos, les soltó la mano para que anduvieran solos, convencido de los resultados. Eduardo aún hoy, reconoce todo el bagaje de conocimientos que pudieron absorber y heredar de él. A partir de allí, hicieron coreografías para muchos eventos y siguen haciéndolas. Sin embargo, están empeñados en seguir aprendiendo. El es bastante reiterativo con este tema, que constituye uno de los pilares de su trabajo. Este año, se cumplieron cincuenta años de su primera llegada a Japón. Los festejos y reconocimientos de que fueron objeto en Tokio, incluyeron exhibiciones, charlas y muestras de videos de todo ese recorrido. También actuaron como jurado del "Campeonato de Oriente". Este mes de septiembre, los encuentra en París en una feria de intercambio cultural, después de haber terminado la coreografía para un show, en el Viejo Almacén. Tanto Gloria como él, tienen muy en claro sus competencias en el trabajo. Cada uno tiene su rol y lo respetan sin excepciones. Toda creación, nace de un consenso entre ambos. Sus clases, cuando los tiempos y las giras se lo permiten, están inmersas en una filosofía que se apoya en la experiencia: detectar lo que el alumno necesita y puede y sobre eso, trabajar. Porque no se le puede exigir algo a alguien, que es evidente que no puede hacer. Por lo tanto, lo que sí puede, hay que remarcarlo y sacarlo a la luz. Evidenciar esto, es un trabajo muy minucioso que requiere tiempo y mucha atención. Aparecían ya las primeras sombras de aquella tarde fría y debíamos finalizar la charla por demás amena y franca. Con varios cafés de por medio y en un lugar emblemático del barrio de Boedo, Eduardo Arquimbau hizo una tan aguda como simple reflexión sobre su vida. Mirando de frente como acostumbra y no dejando lugar a dudas de su convicción, dijo como hablando para sí, que hay dos cosas que lo hacen inmensamente feliz. Una, es tener la suerte de trabajar en lo que le gusta desde siempre. La otra, seguir al lado de la misma mujer, de la que continúa profundamente enamorado.

Sitios Web Relacionados :
Unknown Administradora

No hay comentarios:

Publicar un comentario