martes, 11 de abril de 2017

Tango Silvia Del Río Argentina

Tango:

Hija de Luis Oscar y Lucía Montoya, nació en el barrio de Flores de la ciudad de Buenos Aires. Siendo niña, sus padres decidieron mudarse al barrio de Núñez, cerca del desaparecido estadio del Club Platense (que estaba en la esquina de las calles Manuela Pedraza y Cramer). En esa institución, junto a sus hermanas disfrutarían de las actividades deportivas que ofrecía el club. Fue vecina de Roberto Goyeneche. Luego de cursar el colegio normal y recibirse de maestra, decidió estudiar arte escénico con el maestro Juan Carlos Ponferrada. Tuvo como compañeros a quienes luego serían importantes actores: Luis Medina Castro, Lita Soriano y Luis Tasca, completando su formación de actriz en el Teatro Nacional Cervantes. Su debut con el canto fue en uno de los festivales del Club Platense. A los 22 años, decidió participar en el concurso organizado por la revista Radio Film —dirigida por el periodista Emilio Roca— y Radio Belgrano. Silvia resultó segunda, la ganadora fue Ángeles D’Angel. Resulta importante destacar que por aquella época surgieron importantes voces femeninas: Nelly Vázquez, Blanca Mooney, Ruth Durante, Paula Gales, Olga Delgrossi, Diana Durán, Susy Leiva. Durante 1958 y, a raíz del mencionado concurso, Silvia fue premiada con una participación en Radio Belgrano y con la grabación de un disco en el sello Bemol, con el acompañamiento de la orquesta dirigida por Leopoldo Federico. En 1960, viajó a España, acompañada por un trío integrado por Osvaldo Manzi (piano), Eduardo Rovira (bandoneón) y Kicho Díaz (contrabajo). A su regreso, grabó para el sello RCA-Victor con el acompañamiento de Leopoldo Federico los tangos: “Un sólo minuto de amor”, de Mapera y versos de Agustín Minotti y “Viejo álbum”, de Guillermo Meres y Dandy; y con Roberto Grela “Confidencias” —de Chabela Durán– y, en el acople, “A media luz”. Asimismo, cantó en Radio Del Pueblo y luego, viajó contratada a Uruguay. En 1962, volvió a grabar para el sello Bemol con la orquesta dirigida por Juan Carlos Bera, registrando los tangos: “Solamente él”, de Francisco Derkahez, Víctor Braña y Ángel Di Rosa y “Quiero verte una vez más” y los boleros “Nosotros” y “Mi amor”. En 1964, actuó en Canal 7, en varios programas, entre ellos: La casa de Pichuco, Un piano y un violín con Héctor Stamponi y Enrique Francini. Compartió el ciclo Copetín de tangos junto a Hugo Del Carril y Julio Sosa. También estuvo en el popular Sábados circulares, de Nicolás Mancera. En Canal 9 integró el elenco de El sainete del tiempo guapo, junto a Milagros De La Vega, Dringue Farías y Jorge Salcedo. En canal 11, El tango del millón y Yo te canto Buenos Aires. Además, realizó una importante gira por los Estados Unidos, Perú y Colombia. En 1972, grabó su primer disco larga duración, con la orquesta dirigida por Oscar Toscano y actuó en los más importantes escenarios de esa época: Michelangelo, Relieve, Caño 14, La casa de Carlos Gardel; compartió la cartelera con Aníbal Troilo, Edmundo Rivero, Alberto Marino, Roberto Goyeneche y Alberto Morán, entre otras grandes figuras. Formó parte de la última etapa brillante de las revistas porteñas, en los teatros Nacional y Maipo, junto a Pepe Arias, José Marrone, Adolfo Stray, Dringue Farías, Tita Merello, Zulma Faiad, Alfredo Barbieri, Tincho Zabala, Don Pelele, Tito Lusiardo. También se destacó en el cine, donde participó en las películas Asalto en la ciudad (1961), Una excursión a los indios ranqueles (inconclusa - 1965) y Villa Cariño está que arde (1968). En 1979, registró junto al actor Roberto Escalada, el disco titulado Tangos y poemas de Buenos Aires. Dos años después, grabó con el binomio Armando Cupo-Armando Calderaro, ocho temas, entre ellos: “La calesita de cartón” —con letra de Cátulo Castillo y música del bandoneonista José Altavista (tío del recordado y entrañable Minguito)—, “La última cita”, “Tinta roja” y “Tarde”. En 1985, volvió al disco con la orquesta de Luis Stazo y, tres años más tarde, con la de Omar Valente. Finalmente, en 1990, realiza su último trabajo para el sello Leader Music, junto a los maestros Carlos García y Raúl Garello. Al final de su carrera, pudimos encontrarla en la televisión junto a Gerardo Sofovich, en La noche del domingo y en Grandes valores del tango, con Silvio Soldán. De a poco, sus actuaciones se fueron espaciando hasta ir desapareciendo de las grandes carteleras, pero esta notable estrella del tango vive en el recuerdo permanente de quienes tuvimos la fortuna de disfrutarla. No me quiero olvidar del aporte del periodista Carlos Alberto Dusso, con quien no sólo compartió todo lo relacionado a su actuación artística, también una hermosa familia.

Tango Rolando Chaves Argentina

Tango:

Nació en la ciudad Presidencia Roque Sáenz Peña, Provincia del Chaco. Exhibía un estilo de hombre recio. Se expresaba con una voz compadre y de tono aguardentoso —aunque el tema fuera el amor—, siempre bien colocada, bien nasal, es posible que ayudara su nariz algo ancha y ligeramente achatada. De pinta clásica, podía ser tanto un porteño del suburbio o un matón prontuariado, pero siempre de aquellos viejos tiempos que pasaron. Daba para esos roles. Su llegada al tango fue la habitual, ganar a los 18 años un concurso de cantores, en este caso, en Radio La Voz del Aire, propiedad de Emilio Karstulovic, dueño de la Revista Sintonía, además corredor de autos de Turismo de Carretera y amante —dicen— de numerosas estrellitas de la radio y el cine, alguna muy famosa tiempo más tarde. Pero de inmediato su rumbo tomó un giro distinto. El canto prosiguió pero de manera secundaria. Su medio elegido fue el radioteatro de tono popular, aquel que continuaba el éxito reciente de Chispazos de tradición, temas gauchescos o de los suburbios de la ciudad, completo de grandes dramones y frases grandilocuentes que encandiló por muchos años a los oyentes de Radio Porteña (hoy Continental) y, en especial, de Radio del Pueblo, clásica para este tipo de propuestas. Cuando dos días más tarde de su fallecimiento un matutino publicó su necrológica, en el copete de la nota decía: «Figura clave de los radioteatros. Responsable de puestas radiales importantes como La zapatera y el millonario, fue también actor, autor y cantante, desde hace varios años formaba parte de la junta directiva de Argentores. El hecho acaeció anteayer, en el Hospital Italiano donde estaba internado afectado de un cáncer». Y continúa: «A los 19 años comenzó a trabajar en Radio Belgrano y, en poco tiempo, se convirtió en galán y cantor de esas obras que, por lo general, se extendían día a día durante un mes». En 1949, comenzó a escribir junto a su hermano Orlando formando así uno de los dúos autorales más prolíficos de la década del 50. Luego continuó solo. Algunos de sus títulos fueron: Yo soy un fugitivo, El tango soy yo, Barrio de tango, Yo soy Rosendo Vidal, El romance de un salvaje, Nazareno Luna, el último pampa. Era tan notable el éxito de estas obras que muchas de ellas las adaptó para ser representadas en teatros y cines de barrio de la ciudad y zonas suburbanas. En 1968, tuvo su último éxito, en colaboración con Juan Carlos Chiappe, Santos Cruz, el último payador argentino. Para la televisión colaboró con Abel Santa Cruz en los libros de las telenovelas Carmiña y Señorita maestra. Por el mismo medio fue actor, entre otras, en Malevo junto a Rodolfo Bebán, actuando de villano. Llegó al tango por la radio primero y después a través del cine. Debemos rescatar su protagonismo en la película El Morocho del Abasto (La vida de Carlos Gardel), estrenada el 22 de marzo de 1950 en el cine Normandie, dirigida por el casi ignoto Julio Rossi, con libro del escritor de radioteatro Roberto Valenti y del poeta Nicolás Olivari. En el elenco están, Tito Lusiardo —quien filmó junto a Gardel— Laura Hidalgo, Diana Maggi, Analía Gadé y otros. Fue un fallido film, con Chaves en el papel principal y donde canta doce temas del repertorio gardeliano: “Cantar eterno” (también “Amame mucho”, canción de Ángel Villoldo); “De vuelta al bulín”, “El pangaré”, “El tirador plateado”, estilo de Gardel; “Hay una virgen”, canción de Mario Pardo y Manuel Flores, basada en un poema de Lord Byron; “La criolla”, canción de Carlos Gardel y José Razzano, “La mariposa (Gorjeos)”; “La yegüecita”, “Mano a mano”, “Mirala como se va”, tonada de Saúl Salinas; “Rosa de otoño” y “Tu vieja ventana”. Está acompañado en unos temas por un conjunto de guitarras y en otros, por la orquesta de Domingo Federico. En una oportunidad, declaró que tenía el mismo registro abaritonado de Gardel. Y cuando se pasó el film por televisión, se recibieron numerosos llamados telefónicos preguntando si quien cantaba era El Zorzal. El día 18 de marzo de 1955, se estrenó Vida nocturna, con el atractivo de la presencia de Aníbal Troilo, junto a Edmundo Zaldívar en guitarra, tocando “Palomita blanca”. Luego, vuelve a aparecer en otra escena con la orquesta y con Jorge Casal cantando “La cantina”. Chaves actúa en uno de los varios episodios que ocurren en el film. El 26 de mayo del mismo año, otro estreno esta vez con una presencia más destacada, fue en Embrujo en Cerros Blancos, con música de Domingo Federico y dirección de Julio Rossi. Extraña película, de nula repercusión, donde actúa y canta dos temas. A mediados de la década del 60, registró por su cuenta algunas piezas, acompañado por la orquesta de Domingo Marafiotti, entre ellas, “En la vía” y “El morocho Barrientos”. Asimismo, destacamos su aparición en Sangre y acero, de Lucas Demare, junto a Carlos Cores y Virginia Luque. La música es de Lucio Demare que lo acompaña en: “Malena” y “Solamente ella”. Y en el film La potranca (1960), junto a la morocha vedette Maruja Montes. Los demás trabajos en cine son cada vez más mediocres, pero lo importante era estar presente. Así se lo vio junto a José Marrone y también en alguna película con Sandro. Habían pasado cuarenta años desde su temprano debut, suficientes para que el gusto de la gente cambiara, pero el hombre ponía voluntad y sacrificio para no quedar marginado totalmente. Nos pareció interesante recordarlo por su trayectoria y su permanente esfuerzo de difundir nuestra cultura de un modo que hoy nos resultaría bastante naif, pero que, sin duda, fue nacional y popular. En abril de 2008, la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires decidió homenajearlo emplazando una placa que lleva su nombre en la esquina de las calles Pedro Ignacio Rivera y Romulo S. Naón, en el barrio de Coghlan.

Tango Joaquín Barreiro España

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Toda su labor musical la realizó en su país y fue similar a la de la mayoría de los que lucharon por imponer nuestro tango, con orquestas en bailes, teatros, cines, cabarets, radios y cuantos lugares tuvieron ocasiones de hacerlo. Debutó en 1921 en aquella radio montevideana que se llamó Paradizábal, actuación precursora de todas las ondas orientales. Su primera obra fue el tango “Solterona [b]” con letra de Luis Alberto Zeballos, después hizo “Ya es tarde”, “Timbero”, “Copando”, “No te hagás la interesante”, “Aquella vieja casa”, “La última ficha”, “Mi corazón”, pero sus éxitos son “Farabute” y “Un año más” que con letras de Antonio Casciani dejó impresos en la cera Carlos Gardel con quién pasó ratos inolvidables en el Café Tupí, lugar de concentración de artistas en la capital uruguaya donde siempre acudía el cantor cuando cruzaba el Plata. «Siempre admiré a Carlos Gardel», contestó al preguntársele si admiraba al Zorzal. Barreiro nació en Orense (España) el 11 de mayo de 1904 y falleció en Montevideo el 11 de abril de 1956.

Tango Ernesto Baffa Argentina

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Suena un teléfono «Hola, habla Pichuco ¡nene!... estoy en el Marabú, venite para acá que vas a empezar en la orquesta». «Yo volé, volé, —recuerda Ernesto— y a los diez días empecé con Aníbal Troilo». Aquel llamado que recibió en la casa de su madre, doña Rosario, allá por 1959, todavía lo emociona. Una vez El Gordo lo había confundido con Leopoldo Federico cuando Baffa tocaba en la formación de Horacio Salgán, justamente para reemplazar a Leopoldo. Después del malentendido, en una de las mesas del boliche cordobés El patio de la morocha, Pichuco le propuso irse con él. «¡El sueño de mi vida!» —dice— y la alegría lo invade como cuando con los pantalones cortos todavía se trepaba al alambrado del Club Flores Que Surgen, en su Floresta natal, para escuchar y ver a su bandoneón admirado. Aún hoy, apenas abre la puerta de su corazón, Troilo aparece. Pero todo esto Ernesto no sólo lo cuenta, lo toca. Durante la mayor parte de la charla el que habla es el bandoneón. «Es muy difícil este bicho (por el instrumento) y uno no se puede dejar estar» —asevera—, y hasta convoca a su mujer como testigo de que estudia todos los días. Como lo hacía con el maestro Francisco Sesta, cuyos métodos de digitación sigue practicando, así como los ejercicios que le enseñara Marcos Madrigal. Después nos brindó un alarde de virtuosismo interpretando el “Ave María” de Franz Schubert. Una pausa para el café y luego, vendrán un par de tangos. Los recuerdos de la niñez afloran con una serie de canzonettas de las que deleitaban a Antonio, su padre, un albañil venido de Cosenza, Italia. «Él alcanzó a escucharme cuando toqué con Héctor Stamponi, después lo perdí. No me vio llegar. ¡Oh! si me hubiera visto con Salgán, con Troilo...» Confiesa con los ojos brillantes. Rato después, testimonia la pasión por el Club Atlético Independiente, con un pedazo de su tango “Para el amigo Luis Islas” (un importante arquero de ese club de fútbol). La charla y la música parecen no tener fin. Poco antes de la despedida, resume en pocas palabras su sentimiento: «Las satisfacciones que me ha dado la música no se pueden describir. Toqué con los mejores, que más se puede pedir. Además, sigo en la brecha». Ernesto Baffa debutó en la orquesta de Héctor Stamponi en 1948 y en 1953 ingresó en la de Salgán. Al respecto, comenta Horacio Ferrer: «En plena adolescencia alcanzó el primer plano de la estimación, como sucesor de Leopoldo Federico en el primer atril de bandoneones de la orquesta de Horacio Salgán. Su excelente sonido y su dominio del instrumento quedaron expresados cabalmente en muchos de los solos que realizó con dicha agrupación: “Responso”, “Entre tango y tango” y la milonga “Homenaje” (disco Antar Telefunken, 1957)». En 1959, pasó a la orquesta de Aníbal Troilo, en la que permaneció casi 15 años. «Yo llevé a Raúl Garello a la orquesta. Estudiaba conmigo, en la casa de mi finada madre, y un día surge una vacante: se va Fernando Tell y lo presenté a Troilo». Aún estaba con Pichuco (1965), cuando conformó un trío con Osvaldo Berlingieri y el contrabajista Fernando Cabarcos, que luego se convertiría —ya desvinculado de El Gordo— en la famosa Orquesta Baffa-Berlingieri que grabó inolvidables páginas con Roberto Goyeneche y excelentes instrumentales: “Cabulero”, “Canaro en París”, “Ritual”, “Mi refugio”, “Verano porteño”, entre otros. En su Libro del tango, Ferrer considera que la sonoridad orquestal tiene cuño troileano y valiosas influencias de Astor Piazzolla y de Salgán que combinadas, logran un estilo propio. «Ahora están estos chicos nuevos con el tango electrónico; bueno, que me disculpen pero yo no lo siento. Y eso que trabajé con Piazzolla, un vanguardista. Pero Troilo, era un fuera de serie. Hay algo que mucha gente desconoce; en sus últimos discos, el que hacía los solos era yo. El dirigía, y me los daba a mí para tocarlos». En el transcurso del Festival de Medellín, realizado en 1968, se le otorgó la Lira de Oro por sus actuaciones. En tan larga trayectoria cabe mencionar su desempeño en las orquestas de Alberto Mancione, Alfredo Gobbi, Pedro Laurenz y en el conjunto que acompañó al cantor Alberto Marino. Viajó con su música por Europa y Japón, donde tuvo un éxito extraordinario. En los últimos tiempos, continuó su actividad dirigiendo conjuntos más pequeños, pero que poseen los mismos atributos de sonoridad que distinguieron su carrera artística. Como compositor su obra es extensa. Destacamos algunos temas: “Calavereando”; “Con punto y coma”; “Pa’la guardia”, en colaboración con Antonio Scelza; “Porteñero” y “Chumbicha”, con Raúl Garello; “Trasnoche de ilusión”, también con éste y su hermano Rubén Garello en los versos; “Tu amor y tu olvido”, con Roberto Pérez Prechi y letra de Ángel Di Rosa; “Bardiana”, con Enrique Munné; “Un tango para Bochini”, con Roberto Vallejos; “Al amigo Daniel Scioli”, con Daniel Lomuto; “B.B.” y el exquisito “Par de dos”, ambos con Berlingieri. En 1992 fue declarado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires por la legislatura porteña. Además, integró la Selección Nacional del Tango y, al frente de su Ernesto Baffa Trío, solía deleitarnos en el Café Homero.

Tango Tomás Simari Argentina

Tango:

Tomás Simari (Buenos Aires, 11 de abril de 1897 – ibídem, 4 de diciembre de 1981) fue un actor de cine, radio, teatro y televisión argentino. Tuvo una extensa trayectoria artística. Era hermano del también actor Leopoldo Simari y esposo de la actriz Adelaida Soler. Trabajó en el teatro durante varias temporadas junto a su hermano Leopoldo y cuando éste falleció pasó a ser cabeza de compañía. Realizó giras por países extranjeros y en 1946 se retiró del teatro con la obra Zazá que representó en el Teatro Casino. Empezó entonces su carera radial con gran repercusión. Entre sus actuaciones en radio se recuerdan su participación en el programa humorístico La familia Rampullet donde interpretaba varios personajes y era presentado como "el hombre de las mil voces" y El Sargento Medina, con libro de Juan Andrés Bruno, al igual que el anterior, programa que era presentado con estos versos: Yo soy Lisandro Medina El agente de la esquina, Cuya alegría mayor Es decirle al superior: “Señor, en esta parada nunca ha ocurrido nada desde que la atiendo yo.

Tango Juan José Pizarro Argentina

Tango:

Perteneciente a una familia ilustre del tango compuesta por los hermanos Manuel, Domingo, Salvador, Alfredo y él, donde todos eran bandoneonistas, menos Domingo, ejecutante de guitarra y cantor. Aprendió a andar entre corcheas y fusas con sus familiares mayores, para debutar en 1925 en el Café Mundial, de su barrio del Abasto y, casi simultáneamente, en El Parque, de Lavalle y Talcahuano, cuna de numerosos músicos de tango. Pasó a Europa, llegando en diciembre de 1928 a París y de las orquestas que tenía allí su hermano Manuel agregóse a la que actuaba en el Cabaret Florida. Con ella recorrió Europa actuando en Madrid, Barcelona, Lisboa, San Sebastián, Sevilla, Londres, Amsterdam, Hamburgo, Génova, Roma y otras ciudades europeas. En África lo hizo en El Cairo y Alejandría, en Egipto, y en Ciudad del Cabo, África del Sud. En Lisboa fue bandoneonista de Carlos Vicente Geroni Flores. Después de actuar en muchos lugares más regresó a Buenos Aires en 1941 por causas de la guerra. (En Buenos Aires compuso con letra de Jorge Curi “Siga nomás”, su primer tango y en París el resto: “Arañazo [b]”, con Battistella. “Rue Pigall”, con Suero; “Buen gaucho [b]”, “Caprichos”, “Amor mío [b]”, “Figurita [c]”, entre los diez que compuso). A Carlos Gardel lo conoció cuando era niño pues además de ser del mismo barrio frecuentaba su casa. A los años algo dijo de su trato con el cantor inolvidable: «Cuando llegué a París estaban mis hermanos y muchísimos amigos íntimos, todos músicos. Pasé a integrar la orquesta de Manuel en el cabaret Florida con la actuación de Carlos Gardel a quien trataba todos días. «Justamente al poco tiempo conocí a Roberto Fontaina que me entregó la letra para un tango, “Figurita [c]” y le hice la música; fue muy tocado y le gustó mucho a Carlos que con la música en la mano lo tarareaba para terminar cantándolo acompañado por la orquesta. Pero por las andanzas de uno y otro, la grabación la fue dejando en suspenso y lástima, porque hubiera sido un lindo regalo que me hubiera dejado». Anécdotas con el gran Carlitos tuvo muchas pero la que sigue hay que recordarla: «A fines del año 33 llega a París Gardel acompañado por su administrador Armando Defino, el guitarrista Horacio Pettorossi y el maestro Alberto Castellanos. Una de las primeras visitas obligadas es El Garrón, donde expone ante amigos su plan de trabajo en Norteamérica. ¿Entonces, cuándo vas a volver a Buenos Aires?, él le pregunta. Y Gardel le contesta: ¿Para qué? ¿Para que me coman los piojos? Arrimándose Castellanos y un poco a la sordina quiere de alguna manera explicarle: Es que entre los burros y algunos malos amigos lo tenían seco». Juan Pizarro nació en Buenos Aires (Abasto) el 11 de abril de 1908.