martes, 11 de abril de 2017

Tango Silvia Del Río Argentina


Tango:

Hija de Luis Oscar y Lucía Montoya, nació en el barrio de Flores de la ciudad de Buenos Aires. Siendo niña, sus padres decidieron mudarse al barrio de Núñez, cerca del desaparecido estadio del Club Platense (que estaba en la esquina de las calles Manuela Pedraza y Cramer). En esa institución, junto a sus hermanas disfrutarían de las actividades deportivas que ofrecía el club. Fue vecina de Roberto Goyeneche. Luego de cursar el colegio normal y recibirse de maestra, decidió estudiar arte escénico con el maestro Juan Carlos Ponferrada. Tuvo como compañeros a quienes luego serían importantes actores: Luis Medina Castro, Lita Soriano y Luis Tasca, completando su formación de actriz en el Teatro Nacional Cervantes. Su debut con el canto fue en uno de los festivales del Club Platense. A los 22 años, decidió participar en el concurso organizado por la revista Radio Film —dirigida por el periodista Emilio Roca— y Radio Belgrano. Silvia resultó segunda, la ganadora fue Ángeles D’Angel. Resulta importante destacar que por aquella época surgieron importantes voces femeninas: Nelly Vázquez, Blanca Mooney, Ruth Durante, Paula Gales, Olga Delgrossi, Diana Durán, Susy Leiva. Durante 1958 y, a raíz del mencionado concurso, Silvia fue premiada con una participación en Radio Belgrano y con la grabación de un disco en el sello Bemol, con el acompañamiento de la orquesta dirigida por Leopoldo Federico. En 1960, viajó a España, acompañada por un trío integrado por Osvaldo Manzi (piano), Eduardo Rovira (bandoneón) y Kicho Díaz (contrabajo). A su regreso, grabó para el sello RCA-Victor con el acompañamiento de Leopoldo Federico los tangos: “Un sólo minuto de amor”, de Mapera y versos de Agustín Minotti y “Viejo álbum”, de Guillermo Meres y Dandy; y con Roberto Grela “Confidencias” —de Chabela Durán– y, en el acople, “A media luz”. Asimismo, cantó en Radio Del Pueblo y luego, viajó contratada a Uruguay. En 1962, volvió a grabar para el sello Bemol con la orquesta dirigida por Juan Carlos Bera, registrando los tangos: “Solamente él”, de Francisco Derkahez, Víctor Braña y Ángel Di Rosa y “Quiero verte una vez más” y los boleros “Nosotros” y “Mi amor”. En 1964, actuó en Canal 7, en varios programas, entre ellos: La casa de Pichuco, Un piano y un violín con Héctor Stamponi y Enrique Francini. Compartió el ciclo Copetín de tangos junto a Hugo Del Carril y Julio Sosa. También estuvo en el popular Sábados circulares, de Nicolás Mancera. En Canal 9 integró el elenco de El sainete del tiempo guapo, junto a Milagros De La Vega, Dringue Farías y Jorge Salcedo. En canal 11, El tango del millón y Yo te canto Buenos Aires. Además, realizó una importante gira por los Estados Unidos, Perú y Colombia. En 1972, grabó su primer disco larga duración, con la orquesta dirigida por Oscar Toscano y actuó en los más importantes escenarios de esa época: Michelangelo, Relieve, Caño 14, La casa de Carlos Gardel; compartió la cartelera con Aníbal Troilo, Edmundo Rivero, Alberto Marino, Roberto Goyeneche y Alberto Morán, entre otras grandes figuras. Formó parte de la última etapa brillante de las revistas porteñas, en los teatros Nacional y Maipo, junto a Pepe Arias, José Marrone, Adolfo Stray, Dringue Farías, Tita Merello, Zulma Faiad, Alfredo Barbieri, Tincho Zabala, Don Pelele, Tito Lusiardo. También se destacó en el cine, donde participó en las películas Asalto en la ciudad (1961), Una excursión a los indios ranqueles (inconclusa - 1965) y Villa Cariño está que arde (1968). En 1979, registró junto al actor Roberto Escalada, el disco titulado Tangos y poemas de Buenos Aires. Dos años después, grabó con el binomio Armando Cupo-Armando Calderaro, ocho temas, entre ellos: “La calesita de cartón” —con letra de Cátulo Castillo y música del bandoneonista José Altavista (tío del recordado y entrañable Minguito)—, “La última cita”, “Tinta roja” y “Tarde”. En 1985, volvió al disco con la orquesta de Luis Stazo y, tres años más tarde, con la de Omar Valente. Finalmente, en 1990, realiza su último trabajo para el sello Leader Music, junto a los maestros Carlos García y Raúl Garello. Al final de su carrera, pudimos encontrarla en la televisión junto a Gerardo Sofovich, en La noche del domingo y en Grandes valores del tango, con Silvio Soldán. De a poco, sus actuaciones se fueron espaciando hasta ir desapareciendo de las grandes carteleras, pero esta notable estrella del tango vive en el recuerdo permanente de quienes tuvimos la fortuna de disfrutarla. No me quiero olvidar del aporte del periodista Carlos Alberto Dusso, con quien no sólo compartió todo lo relacionado a su actuación artística, también una hermosa familia.

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Tango Rolando Chaves Argentina


Tango:

Nació en la ciudad Presidencia Roque Sáenz Peña, Provincia del Chaco. Exhibía un estilo de hombre recio. Se expresaba con una voz compadre y de tono aguardentoso —aunque el tema fuera el amor—, siempre bien colocada, bien nasal, es posible que ayudara su nariz algo ancha y ligeramente achatada. De pinta clásica, podía ser tanto un porteño del suburbio o un matón prontuariado, pero siempre de aquellos viejos tiempos que pasaron. Daba para esos roles. Su llegada al tango fue la habitual, ganar a los 18 años un concurso de cantores, en este caso, en Radio La Voz del Aire, propiedad de Emilio Karstulovic, dueño de la Revista Sintonía, además corredor de autos de Turismo de Carretera y amante —dicen— de numerosas estrellitas de la radio y el cine, alguna muy famosa tiempo más tarde. Pero de inmediato su rumbo tomó un giro distinto. El canto prosiguió pero de manera secundaria. Su medio elegido fue el radioteatro de tono popular, aquel que continuaba el éxito reciente de Chispazos de tradición, temas gauchescos o de los suburbios de la ciudad, completo de grandes dramones y frases grandilocuentes que encandiló por muchos años a los oyentes de Radio Porteña (hoy Continental) y, en especial, de Radio del Pueblo, clásica para este tipo de propuestas. Cuando dos días más tarde de su fallecimiento un matutino publicó su necrológica, en el copete de la nota decía: «Figura clave de los radioteatros. Responsable de puestas radiales importantes como La zapatera y el millonario, fue también actor, autor y cantante, desde hace varios años formaba parte de la junta directiva de Argentores. El hecho acaeció anteayer, en el Hospital Italiano donde estaba internado afectado de un cáncer». Y continúa: «A los 19 años comenzó a trabajar en Radio Belgrano y, en poco tiempo, se convirtió en galán y cantor de esas obras que, por lo general, se extendían día a día durante un mes». En 1949, comenzó a escribir junto a su hermano Orlando formando así uno de los dúos autorales más prolíficos de la década del 50. Luego continuó solo. Algunos de sus títulos fueron: Yo soy un fugitivo, El tango soy yo, Barrio de tango, Yo soy Rosendo Vidal, El romance de un salvaje, Nazareno Luna, el último pampa. Era tan notable el éxito de estas obras que muchas de ellas las adaptó para ser representadas en teatros y cines de barrio de la ciudad y zonas suburbanas. En 1968, tuvo su último éxito, en colaboración con Juan Carlos Chiappe, Santos Cruz, el último payador argentino. Para la televisión colaboró con Abel Santa Cruz en los libros de las telenovelas Carmiña y Señorita maestra. Por el mismo medio fue actor, entre otras, en Malevo junto a Rodolfo Bebán, actuando de villano. Llegó al tango por la radio primero y después a través del cine. Debemos rescatar su protagonismo en la película El Morocho del Abasto (La vida de Carlos Gardel), estrenada el 22 de marzo de 1950 en el cine Normandie, dirigida por el casi ignoto Julio Rossi, con libro del escritor de radioteatro Roberto Valenti y del poeta Nicolás Olivari. En el elenco están, Tito Lusiardo —quien filmó junto a Gardel— Laura Hidalgo, Diana Maggi, Analía Gadé y otros. Fue un fallido film, con Chaves en el papel principal y donde canta doce temas del repertorio gardeliano: “Cantar eterno” (también “Amame mucho”, canción de Ángel Villoldo); “De vuelta al bulín”, “El pangaré”, “El tirador plateado”, estilo de Gardel; “Hay una virgen”, canción de Mario Pardo y Manuel Flores, basada en un poema de Lord Byron; “La criolla”, canción de Carlos Gardel y José Razzano, “La mariposa (Gorjeos)”; “La yegüecita”, “Mano a mano”, “Mirala como se va”, tonada de Saúl Salinas; “Rosa de otoño” y “Tu vieja ventana”. Está acompañado en unos temas por un conjunto de guitarras y en otros, por la orquesta de Domingo Federico. En una oportunidad, declaró que tenía el mismo registro abaritonado de Gardel. Y cuando se pasó el film por televisión, se recibieron numerosos llamados telefónicos preguntando si quien cantaba era El Zorzal. El día 18 de marzo de 1955, se estrenó Vida nocturna, con el atractivo de la presencia de Aníbal Troilo, junto a Edmundo Zaldívar en guitarra, tocando “Palomita blanca”. Luego, vuelve a aparecer en otra escena con la orquesta y con Jorge Casal cantando “La cantina”. Chaves actúa en uno de los varios episodios que ocurren en el film. El 26 de mayo del mismo año, otro estreno esta vez con una presencia más destacada, fue en Embrujo en Cerros Blancos, con música de Domingo Federico y dirección de Julio Rossi. Extraña película, de nula repercusión, donde actúa y canta dos temas. A mediados de la década del 60, registró por su cuenta algunas piezas, acompañado por la orquesta de Domingo Marafiotti, entre ellas, “En la vía” y “El morocho Barrientos”. Asimismo, destacamos su aparición en Sangre y acero, de Lucas Demare, junto a Carlos Cores y Virginia Luque. La música es de Lucio Demare que lo acompaña en: “Malena” y “Solamente ella”. Y en el film La potranca (1960), junto a la morocha vedette Maruja Montes. Los demás trabajos en cine son cada vez más mediocres, pero lo importante era estar presente. Así se lo vio junto a José Marrone y también en alguna película con Sandro. Habían pasado cuarenta años desde su temprano debut, suficientes para que el gusto de la gente cambiara, pero el hombre ponía voluntad y sacrificio para no quedar marginado totalmente. Nos pareció interesante recordarlo por su trayectoria y su permanente esfuerzo de difundir nuestra cultura de un modo que hoy nos resultaría bastante naif, pero que, sin duda, fue nacional y popular. En abril de 2008, la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires decidió homenajearlo emplazando una placa que lleva su nombre en la esquina de las calles Pedro Ignacio Rivera y Romulo S. Naón, en el barrio de Coghlan.

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Tango Joaquín Barreiro España


Tango:

Toda su labor musical la realizó en su país y fue similar a la de la mayoría de los que lucharon por imponer nuestro tango, con orquestas en bailes, teatros, cines, cabarets, radios y cuantos lugares tuvieron ocasiones de hacerlo. Debutó en 1921 en aquella radio montevideana que se llamó Paradizábal, actuación precursora de todas las ondas orientales. Su primera obra fue el tango “Solterona [b]” con letra de Luis Alberto Zeballos, después hizo “Ya es tarde”, “Timbero”, “Copando”, “No te hagás la interesante”, “Aquella vieja casa”, “La última ficha”, “Mi corazón”, pero sus éxitos son “Farabute” y “Un año más” que con letras de Antonio Casciani dejó impresos en la cera Carlos Gardel con quién pasó ratos inolvidables en el Café Tupí, lugar de concentración de artistas en la capital uruguaya donde siempre acudía el cantor cuando cruzaba el Plata. «Siempre admiré a Carlos Gardel», contestó al preguntársele si admiraba al Zorzal. Barreiro nació en Orense (España) el 11 de mayo de 1904 y falleció en Montevideo el 11 de abril de 1956.

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Tango Ernesto Baffa Argentina


Tango:

Suena un teléfono «Hola, habla Pichuco ¡nene!... estoy en el Marabú, venite para acá que vas a empezar en la orquesta». «Yo volé, volé, —recuerda Ernesto— y a los diez días empecé con Aníbal Troilo». Aquel llamado que recibió en la casa de su madre, doña Rosario, allá por 1959, todavía lo emociona. Una vez El Gordo lo había confundido con Leopoldo Federico cuando Baffa tocaba en la formación de Horacio Salgán, justamente para reemplazar a Leopoldo. Después del malentendido, en una de las mesas del boliche cordobés El patio de la morocha, Pichuco le propuso irse con él. «¡El sueño de mi vida!» —dice— y la alegría lo invade como cuando con los pantalones cortos todavía se trepaba al alambrado del Club Flores Que Surgen, en su Floresta natal, para escuchar y ver a su bandoneón admirado. Aún hoy, apenas abre la puerta de su corazón, Troilo aparece. Pero todo esto Ernesto no sólo lo cuenta, lo toca. Durante la mayor parte de la charla el que habla es el bandoneón. «Es muy difícil este bicho (por el instrumento) y uno no se puede dejar estar» —asevera—, y hasta convoca a su mujer como testigo de que estudia todos los días. Como lo hacía con el maestro Francisco Sesta, cuyos métodos de digitación sigue practicando, así como los ejercicios que le enseñara Marcos Madrigal. Después nos brindó un alarde de virtuosismo interpretando el “Ave María” de Franz Schubert. Una pausa para el café y luego, vendrán un par de tangos. Los recuerdos de la niñez afloran con una serie de canzonettas de las que deleitaban a Antonio, su padre, un albañil venido de Cosenza, Italia. «Él alcanzó a escucharme cuando toqué con Héctor Stamponi, después lo perdí. No me vio llegar. ¡Oh! si me hubiera visto con Salgán, con Troilo...» Confiesa con los ojos brillantes. Rato después, testimonia la pasión por el Club Atlético Independiente, con un pedazo de su tango “Para el amigo Luis Islas” (un importante arquero de ese club de fútbol). La charla y la música parecen no tener fin. Poco antes de la despedida, resume en pocas palabras su sentimiento: «Las satisfacciones que me ha dado la música no se pueden describir. Toqué con los mejores, que más se puede pedir. Además, sigo en la brecha». Ernesto Baffa debutó en la orquesta de Héctor Stamponi en 1948 y en 1953 ingresó en la de Salgán. Al respecto, comenta Horacio Ferrer: «En plena adolescencia alcanzó el primer plano de la estimación, como sucesor de Leopoldo Federico en el primer atril de bandoneones de la orquesta de Horacio Salgán. Su excelente sonido y su dominio del instrumento quedaron expresados cabalmente en muchos de los solos que realizó con dicha agrupación: “Responso”, “Entre tango y tango” y la milonga “Homenaje” (disco Antar Telefunken, 1957)». En 1959, pasó a la orquesta de Aníbal Troilo, en la que permaneció casi 15 años. «Yo llevé a Raúl Garello a la orquesta. Estudiaba conmigo, en la casa de mi finada madre, y un día surge una vacante: se va Fernando Tell y lo presenté a Troilo». Aún estaba con Pichuco (1965), cuando conformó un trío con Osvaldo Berlingieri y el contrabajista Fernando Cabarcos, que luego se convertiría —ya desvinculado de El Gordo— en la famosa Orquesta Baffa-Berlingieri que grabó inolvidables páginas con Roberto Goyeneche y excelentes instrumentales: “Cabulero”, “Canaro en París”, “Ritual”, “Mi refugio”, “Verano porteño”, entre otros. En su Libro del tango, Ferrer considera que la sonoridad orquestal tiene cuño troileano y valiosas influencias de Astor Piazzolla y de Salgán que combinadas, logran un estilo propio. «Ahora están estos chicos nuevos con el tango electrónico; bueno, que me disculpen pero yo no lo siento. Y eso que trabajé con Piazzolla, un vanguardista. Pero Troilo, era un fuera de serie. Hay algo que mucha gente desconoce; en sus últimos discos, el que hacía los solos era yo. El dirigía, y me los daba a mí para tocarlos». En el transcurso del Festival de Medellín, realizado en 1968, se le otorgó la Lira de Oro por sus actuaciones. En tan larga trayectoria cabe mencionar su desempeño en las orquestas de Alberto Mancione, Alfredo Gobbi, Pedro Laurenz y en el conjunto que acompañó al cantor Alberto Marino. Viajó con su música por Europa y Japón, donde tuvo un éxito extraordinario. En los últimos tiempos, continuó su actividad dirigiendo conjuntos más pequeños, pero que poseen los mismos atributos de sonoridad que distinguieron su carrera artística. Como compositor su obra es extensa. Destacamos algunos temas: “Calavereando”; “Con punto y coma”; “Pa’la guardia”, en colaboración con Antonio Scelza; “Porteñero” y “Chumbicha”, con Raúl Garello; “Trasnoche de ilusión”, también con éste y su hermano Rubén Garello en los versos; “Tu amor y tu olvido”, con Roberto Pérez Prechi y letra de Ángel Di Rosa; “Bardiana”, con Enrique Munné; “Un tango para Bochini”, con Roberto Vallejos; “Al amigo Daniel Scioli”, con Daniel Lomuto; “B.B.” y el exquisito “Par de dos”, ambos con Berlingieri. En 1992 fue declarado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires por la legislatura porteña. Además, integró la Selección Nacional del Tango y, al frente de su Ernesto Baffa Trío, solía deleitarnos en el Café Homero.

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Tango Tomás Simari Argentina


Tango:

Tomás Simari (Buenos Aires, 11 de abril de 1897 – ibídem, 4 de diciembre de 1981) fue un actor de cine, radio, teatro y televisión argentino. Tuvo una extensa trayectoria artística. Era hermano del también actor Leopoldo Simari y esposo de la actriz Adelaida Soler. Trabajó en el teatro durante varias temporadas junto a su hermano Leopoldo y cuando éste falleció pasó a ser cabeza de compañía. Realizó giras por países extranjeros y en 1946 se retiró del teatro con la obra Zazá que representó en el Teatro Casino. Empezó entonces su carera radial con gran repercusión. Entre sus actuaciones en radio se recuerdan su participación en el programa humorístico La familia Rampullet donde interpretaba varios personajes y era presentado como "el hombre de las mil voces" y El Sargento Medina, con libro de Juan Andrés Bruno, al igual que el anterior, programa que era presentado con estos versos: Yo soy Lisandro Medina El agente de la esquina, Cuya alegría mayor Es decirle al superior: “Señor, en esta parada nunca ha ocurrido nada desde que la atiendo yo.

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Tango Juan José Pizarro Argentina


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Perteneciente a una familia ilustre del tango compuesta por los hermanos Manuel, Domingo, Salvador, Alfredo y él, donde todos eran bandoneonistas, menos Domingo, ejecutante de guitarra y cantor. Aprendió a andar entre corcheas y fusas con sus familiares mayores, para debutar en 1925 en el Café Mundial, de su barrio del Abasto y, casi simultáneamente, en El Parque, de Lavalle y Talcahuano, cuna de numerosos músicos de tango. Pasó a Europa, llegando en diciembre de 1928 a París y de las orquestas que tenía allí su hermano Manuel agregóse a la que actuaba en el Cabaret Florida. Con ella recorrió Europa actuando en Madrid, Barcelona, Lisboa, San Sebastián, Sevilla, Londres, Amsterdam, Hamburgo, Génova, Roma y otras ciudades europeas. En África lo hizo en El Cairo y Alejandría, en Egipto, y en Ciudad del Cabo, África del Sud. En Lisboa fue bandoneonista de Carlos Vicente Geroni Flores. Después de actuar en muchos lugares más regresó a Buenos Aires en 1941 por causas de la guerra. (En Buenos Aires compuso con letra de Jorge Curi “Siga nomás”, su primer tango y en París el resto: “Arañazo [b]”, con Battistella. “Rue Pigall”, con Suero; “Buen gaucho [b]”, “Caprichos”, “Amor mío [b]”, “Figurita [c]”, entre los diez que compuso). A Carlos Gardel lo conoció cuando era niño pues además de ser del mismo barrio frecuentaba su casa. A los años algo dijo de su trato con el cantor inolvidable: «Cuando llegué a París estaban mis hermanos y muchísimos amigos íntimos, todos músicos. Pasé a integrar la orquesta de Manuel en el cabaret Florida con la actuación de Carlos Gardel a quien trataba todos días. «Justamente al poco tiempo conocí a Roberto Fontaina que me entregó la letra para un tango, “Figurita [c]” y le hice la música; fue muy tocado y le gustó mucho a Carlos que con la música en la mano lo tarareaba para terminar cantándolo acompañado por la orquesta. Pero por las andanzas de uno y otro, la grabación la fue dejando en suspenso y lástima, porque hubiera sido un lindo regalo que me hubiera dejado». Anécdotas con el gran Carlitos tuvo muchas pero la que sigue hay que recordarla: «A fines del año 33 llega a París Gardel acompañado por su administrador Armando Defino, el guitarrista Horacio Pettorossi y el maestro Alberto Castellanos. Una de las primeras visitas obligadas es El Garrón, donde expone ante amigos su plan de trabajo en Norteamérica. ¿Entonces, cuándo vas a volver a Buenos Aires?, él le pregunta. Y Gardel le contesta: ¿Para qué? ¿Para que me coman los piojos? Arrimándose Castellanos y un poco a la sordina quiere de alguna manera explicarle: Es que entre los burros y algunos malos amigos lo tenían seco». Juan Pizarro nació en Buenos Aires (Abasto) el 11 de abril de 1908. 

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domingo, 2 de abril de 2017

Tango Pedro Vujovich Argentina


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De pibe le decían Pinocho, por la aguda nariz. Era oriundo de La Boca y de la vida sin arrogancia. Los ojos solían sonreírle cuando mateaba a la mañana. El tango lo encontró a los 14, poco después de calzarse los largos. Amigo de todos, practicaba en el Parque Lezama. «Con Lalo, Poleto y Martín llevábamos una vitrola y nos poníamos a sacar pasos con la orquesta de Juan D’Arienzo». Más tarde se estrenó en el Rancho Grande, de Quilmes, clubes y picnics, hasta que se animó a la Capital. A los 16, más alto y mal afeitado, gambeteó la imagen adolescente para foguearse en el Palermo Palace, El Kakuy y La Enramada, entre otros bailables. Fue en una de esas suertes que Pedro Vujovich conoció a Graciela Cano para hacerse uno en la vida y el tango. Ya por los 80 podía vérselos en El Savoy. «Había tanta gente –dirá el bailarín– que eliminé el ocho e inventé pasos para seguir el ritmo». Sería por ese don creativo que, tras concursar en el Glorias Argentinas, Pedro y Graciela ganaron el III Campeonato Metropolitano de Tango Salón 2005 y meses después se consagraron subcampeones mundiales en esa categoría. Trofeos ganados por derecho propio, cuyos mayores brillos fueron seguir siendo él mismo, el caballero amigo y humilde que siempre fue.

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Tango Osmán Pérez Freire Chile


Tango:

Este pianista chileno es uno de los pilares de la música trasandina de fines del siglo diecinueve y de las primeras décadas del veinte. Sus composiciones atravesaron las fronteras de su tierra y tuvieron gran repercusión en América y España. Pertenecía a una familia de la clase alta, su abuelo materno, el general Ramón Freire, fue presidente de Chile y uno de los comandantes del ejército del General José de San Martín. Su padre era médico, se llamaba Cornelio Pérez Bustos. Su madre, Mercedes Freire, era muy aficionada a la música y fue decisiva en la vocación de su hijo. En 1891, su familia abandonó Chile a causa de la guerra civil —que le costara la vida al presidente Juan Manuel Balmaceda— y se instaló en Mendoza. Fue un hombre culto e inquieto. Su inspiración musical fue amplia y versátil. Compuso canciones folclóricas de estirpe tradicional, obras populares, temas clásicos y también, muchos tangos. Es uno de los ejemplos más claros que avalan nuestra teoría que la aristocracia y las clases altas en general, no denostaban al tango. En la Antología del Tango Rioplatense del Instituto Carlos Vega encontramos algunas aristas interesantes de su labor: «En 1910, comenzó la publicación mensual del Álbum Musical Centenario, que se vendía por suscripción entre gente de su posición, y en el cual se complacía en incluir tangos suyos junto a las últimas novedades en música de salón argentina y europea. Obras de Rosendo Mendizábal, Alfredo Bevilacqua y otros nombres por el estilo aparecieron en las páginas del lujoso álbum, que al fin pereció por ahogo económico. «Osmán Pérez Freire ideó un original sistema para facilitar la lectura musical y la ejecución de tangos, bastante mal comprendida en su época por los pianistas de familia. Consistía éste en unas tenues líneas verticales (ocho por compás, o sea una por semicorchea) intercaladas simétricamente entre las barras de compás. «En el tango “Andate a Punta del Este”, publicado en el número de septiembre de 1910, escribió en una nota al pie de la página: “Este nuevo sistema empleado por primera vez e indicado por el Álbum Musical Centenario, facilita al ejecutante la interpretación exacta del ritmo que observa el tango criollo”.» Pero su singular trascendencia provino de una canción que obtuvo repercusión internacional y cuyo título va unido a su nombre para siempre: “¡Ay, ay, ay!”. Tan fuerte llegaron al público los versos de esta melodía, que sirvieron de inspiración a otros grandes artistas. Por ejemplo, a sus compatriotas Víctor Jara con la letra de “El cigarrito”, o Violeta Parra con “Que he sacado con quererte”, o al mejicano Quirino Mendoza con “Cielito lindo”. En 1913, conoció a Carlos Gardel y a José Razzano a quienes les ofreció su tema “Ay ay ay”, que el dúo grabó tiempo más tarde. También actuó en la radio junto a Roberto Firpo. Participó en el cine en una película del famoso director alemán Fritz Lang, titulada Doctor Mabuse, año 1922, en el que la música de fondo es un shimmy de su autoría. Además, al año siguiente, fue uno de los principales animadores en el debut de Radio Chilena donde cantó su ya popular, “Ay ay ay” e hizo el discurso inaugural. Luego de una larga residencia en la Argentina donde se casó con una muchacha uruguaya, María Adela de Lara y tuvo dos hijas, decidió viajar a España donde vivió y trabajó intensamente, hasta su temprana muerte en 1930. Su actividad en la península lo relacionó con el Rey de España don Alfonso XIII, quien adoptó para el cambio de la guardia real de su palacio, el “Himno del soldado español” de Pérez Freire. Además, le dedicó al monarca su tango, “Alfonsito”. Compuso más de trescientas obras. Entre los tangos podemos citar: “Canillita [a]” (con letra de Antonio Viergol), “Capitán Arocena”, “Conde Orsini”, “El beso de muerte”, “El mascotón”, “El triunfo del tango”, “Entre dos luces”, “Está muy del Centenario”, “Guarda con el automóvil”, “Horas felices [b]”, “Maldito tango” (con letra de Luis Roldán), “Mar de fondo [b]”, “Media luna”, “Meta merengue nomás”, “Mi nene”, “Mi regalona”, “Mi reina”, “Mi ricurita”, “Mi tirana”, “Pan criollo”, “Probá que te va a gustar”, “15 días de filo”, “Trade mark”. Con Viergol firma también dos conocidas tonadas: “El delantal de la china” y “La tranquera [b]”, y el cuplé “La telefonista [b]”. Asimismo, le pertenecen los estilos “Por tu ausencia”, “Bajo el alero [b]”, “El conscripto”, entre muchas otras páginas de diversos géneros.

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Tango Chola Luna Argentina


Tango:

Nació en el porteño barrio del Abasto. Desde niña tuvo la inquietud de cantar, sus padres Gregorio y María, la estimulaban y, en plena adolescencia, la inscribieron en el conservatorio del maestro Eduardo Bonessi. A los 16 años, participó de un concurso organizado por LR3 Radio Belgrano, auspiciado por la firma comercial Jabón Puloil, resultando ganadora con el nombre de Chola Montes de Oca. El premio obtenido fue un contrato con la popular emisora. Permaneció en esa radio hasta 1940, luego pasó a Radio París, ya con el nombre de Chola Luna, permaneciendo hasta fines de 1942. Ese año participó en la película Gran Pensión La Alegría, dirigida por Julio Irigoyen, junto a Osvaldo Moreno, Herminia Velich y Juan Velich y Roberto Flores. Además, actuó en la temporada del Teatro Nacional, en la comedia musical Bajo el cielo de mi patria, con la participación de la orquesta de Pedro Maffia, junto a Fany Navarro y Alberto Gómez. A principio de 1944, el cantor Eduardo Adrián se alejó de la orquesta de Francisco Canaro quien, a raíz de ello, convocó a la cancionista para compartir los cantables con el uruguayo Carlos Roldán, con quien hizo dúo en sus dos únicas grabaciones: el foxtrot “Buenas noches corazón”, de Canaro e Ivo Pelay (de la comedia musical, Dos corazones) y el corrido, “Mi caballo bayo”, de Carlos Vicente Geroni Flores y Francisco Brancatti. Al año siguiente, se retiró de la orquesta e ingresa Guillermo Coral (Guillermo Rico).
A partir de ese momento, comenzó su etapa solista y se produjo su regreso a Radio Belgrano. También, fue figura exclusiva del cabaret Babilonia, en Retiro, y debutó, en el Teatro Casino, junto a Alberto Castillo, Alberto Anchart y Severo Fernández. En 1946, se alejó de la emisora que la consagró y se mudó a LR1 Radio El Mundo. Participó además, en el exitoso espectáculo del teatro Alvear, La historia del sainete, junto a Alberto Anchart, Adolfo Stray, Malvina Pastorino, entre otros. En las partes cantables de la obra, hizo dúos con su antiguo compañero, Carlos Roldán. Después, finalizada la Segunda Guerra Mundial, ocurrió un hecho importante en su carrera porque fue convocada por Francisco Lomuto para viajar a España y a otros países del Viejo Continente, el cantor era Alberto Rivera. El éxito de la gira quedó registrado en la historia, ya que fue todo un acontecimiento que abrió, nuevamente, las puertas de toda Europa a nuestro tango. A su regreso, se reintegró al elenco de Radio El Mundo y en distintos espectáculos de la noche porteña. Con la llegada del gobierno de Juan Domingo Perón y el espíritu social de la esposa, María Eva Duarte de Perón, se creó el Centro Cultural de los Artistas, institución que cumplió una importante actividad social y, donde participaron figuras de la talla de: Hugo Del Carril, Tita Merello, Luis Sandrini, Silvana Roth, Pierina Dealessi, Zully Moreno, Pedro Maratea, Eduardo Cuitiño, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Cátulo Castillo, Luis César Amadori y una lista interminable de grandes artistas. La sensibilidad y el espíritu solidario de Chola no fue ajena a tan importante obra solidaria en ayuda de los niños y los ancianos. En 1952, el Teatro Alvear fue rebautizado Enrique Santos Discépolo y allí, comenzaron a ofrecerse conciertos semanales de tango con las mejores orquestas y con entrada gratuita: Aníbal Troilo, Julio De Caro, Francisco Rotundo, Francisco Canaro, Horacio Salgán, Francisco Grillo, Francini-Pontier, Juan D'Arienzo, y sus respectivos cantores. Además, actuaba la orquesta del sindicato de músicos dirigida por Mariano Mores, que acompañaba a cantantes solistas como Tita Merello, Chola Luna, Hugo Del Carril, Alberto Marino, Edmundo Rivero, Alberto Gómez, Azucena Maizani, Sofía Bozán. La conducción del espectáculo estaba a cargo de Pedro Maratea, Juan José Míguez, Héctor Gagliardi, entre otros. Todo terminó con la caída de Perón, en septiembre de 1955, comenzado un período de persecución, listas negras y cárcel para los artistas afines al peronismo, entre ellos, Chola Luna que se tuvo que exilar en Montevideo, en 1957. Antes de su partida, dejó algunas grabaciones con la orquesta Francisco Trópoli, para el sello T.K. (“Perdóname”, “Sangre de mi sangre”) y con la de Miguel Caló, para Odeon (“Madre”, “Gloria”). En Montevideo actuó con gran éxito en el histórico café El Ateneo y, también, volvió al disco para el sello Orfeo, con la orquesta de Luis Caruso (“Fumando espero”, “Y no te voy a llorar”, “Volver” y “Arrabalero”). En 1958, siempre en Uruguay, actuó junto a otra joven y excelente cantante, Alba Solís, en distintas emisoras radiales y en varios espectáculos. De regreso a nuestro país, en la década del 60, comenzó a cantar en dúo junto a otra extraordinaria cantante, Julia Vidal, con un repertorio que incluía tango y folclore. Fue una cancionista de notables condiciones, con un bello color de voz y una fina expresión. Quizás, no tuvo la fortuna de trascender de acuerdo a su calidad, pero quienes tuvimos la fortuna de disfrutarla, la consideramos en el grupo de las grandes estrellas de la historia de nuestro querido tango.

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Tango Virginia Verónica Argentina


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Nació en Avellaneda (provincia de Buenos Aires). Inicia su carrera integrando el elenco de Tango X 2, de la pareja de bailarines Miguel Ángel Zotto y Milena Plebs, con la dirección musical de Daniel Binelli y Fernando Suárez Paz. Con ese espectáculo se presentan en el Teatro Municipal General San Martín y en la función de gala en el Teatro Nacional Cervantes, en honor del Príncipe Felipe de Borbón. Durante tres años actúa en el local Fuelle, de San Telmo. En esa misma época, comienza su estudio de técnica vocal con Juan Manuel Miró (profesor del Teatro Colón). En 1992, actúa en el canal 7 de televisión (ATC) en el programa El gran debut, con la dirección musical del maestro Néstor Marconi, con quien también hace el espectáculo Tango 2000. En ATC también integra el elenco de La noche con amigos, conducido por Lionel Godoy, y en el programa Los amigos del tango, conducido por Juan Carlos Mareco. Se presentó en los espectáculos de El Rincón de Los Artistas, en el café Tortoni y Michelángelo y, en 1998, con su espectáculo Terapia tango, bajo la dirección musical de Enrique Brocatto. En 1998, lanza su primer CD titulado Tangos con él, con el acompañamiento musical de Enrique Brocatto. En 1999, actúa en el canal de cable Solo Tango y en distintas emisoras de radio de la ciudad de Buenos Aires, destacándose la presentación de su espectáculo Terapia tango, en la FM 92.7, en el programa Café, bar, billares conducido por Ricardo Horvath. En mayo de 2001, realiza una primer gira por varias ciudades de Italia, presentando el espectáculo Terapia Tango.

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Tango Luis Correa Argentina


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Es uno de los tantos cantores que se formó junto a las grandes orquestas de principios de la década del cincuenta. Luis Correa fue dueño de una cálida voz, afinado, con mucho oficio y un estilo característico de esa época. Tenía una exquisita media voz, y es un caso de los tantos que la historia guardó en el olvido. Nacido en la ciudad El Trébol, provincia de Santa Fe, se inicia en 1951 como cantor de tangos en Mar del Plata (ciudad balnearia de la provincia de Buenos Aires). Es invitado a participar del concurso Ronda de cantores, organizado por Radio El Mundo de Buenos Aires, del cual resultó ganador. El gran cantor Oscar Alonso, lo apadrina artísticamente. Su debut profesional se da en 1953, cuando se incorpora a la orquesta Francini-Pontier. Con ella hace sus primeras grabaciones, el 4 de noviembre de 1954: “Noche de locura” y “Perdóname”. Luego pasa a la orquesta de Alberto Mancione, con quien graba la milonga “Chuzas”. Hace un breve paso en la orquesta de Ernesto Rossi (Tití), y luego es convocado por el maestro Fulvio Salamanca, con quien registró éxitos como “Así se baila hoy”, “Yo soy del tiempo aquel” (de Rafael Moreno y Antonio Cantó) y el vals peruano “Amarraditos” (de Pedro Pérez y Margarita Durán), entre otros. Continúa con Héctor Varela y graba cuatro tangos: “Lilián”, “Qué tenés que hablar de mí”, “Esas cosas del corazón” y “Si me esperaras a mí”. Después se incorpora a la orquesta de Miguel Caló con quien graba: “A mucha honra” y “Dos fracasos”. Es de hacer notar que perteneciendo a esta agrupación, Luis Correa es solicitado por Fulvio Salamanca para grabar “Amarraditos”, el 19 de diciembre de 1963. Inicia su carrera como solista en Colombia y continúa por América recorriendo Chile, Brasil, Uruguay, Puerto Rico, Ecuador y Venezuela. A su regreso José Basso lo incorpora a su orquesta y con él hace ocho registros, dos de ellos a dúo con Juan Carlos Godoy, en 1968. Entre ellos se destacan: “El rosal”, con Juan Carlos Godoy, “Una piba como vos” y la milonga “Secuestro”. Actúa también en teatro, en radio y en televisión y culmina realizando una exitosa gira por los Estados Unidos, actuando en Rincón Latino de la ciudad de Miami, y también en las ciudades de New York y Los Ángeles. Fallece el 23 de abril 1992 en la ciudad de Mar del Plata, dejándole a su hijo Martín Correa la vocación por el canto y, por sobre todas las cosas, su amor por el tango.

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Tango Hugo Baralis Argentina


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Este notable músico, hijo de Hugo Ricardo Baralis —aquel excelente contrabajista que se inició con Eduardo Arolas—, fue un exquisito violinista, enraizado en la escuela de Elvino Vardaro y, también, dueño de un sonido muy tanguero y de un singular fraseo. A los 14 años debutó en Radio Cultura y en la orquesta de Minotto Di Cicco, que actuaba en el legendario cabaret Armenonville. Luego de participar en distintos conjuntos acompañando a cancionistas y cantores, se integró a la orquesta nativa dirigida por el bandoneonista y compositor Rafael Rossi. Eran sus compañeros, los músicos: Elvino Vardaro, Vicente Spina, Ismael Gómez, José Galarza y la cancionista Herminia Velich. En 1933, se produjo un acontecimiento muy importante en el tango, el gran violinista Elvino Vardaro creaba su famoso sexteto, formado por los bandoneones de Aníbal Troilo y Jorge Argentino Fernández, el piano de José Pascual, Pedro Caracciolo en contrabajo y en los violines, el propio director y el joven Baralis. En 1935, la mayoría de sus integrantes se pasaron a la formación de Ángel D'Agostino: Pichuco, Baralis, Fernández y Caracciolo. El cantor era un muchachito: Alberto Echagüe. Dos años después, luego de un breve paso por la orquesta del bandoneonista César Ginzo, Baralis regresa con Vardaro. Al año siguiente, su amigo Troilo, quien ya había formado su propia orquesta, lo convocó a ella. Esta unión no sólo lo identificaba con la misma sensibilidad musical, también, con los códigos de vida y la bohemia tan especial de esa generación. La participación se extendería hasta el mes de agosto de 1943. El alejamiento fue producto de un enojo de Troilo con Orlando Goñi, motivado por la indisciplina laboral del pianista. Lamentablemente, la noche de la determinación del desahucio, también Baralis había faltado, por lo tanto, el director les mandó los telegramas de despido a los dos. No obstante esto, la amistad perduró hasta la muerte de Troilo. Después de este episodio, fue convocado por Juan Carlos Cobián a sumarse a su orquesta. Estuvo muy poco tiempo, porque su amigo Francisco Fiorentino, quien también se había desvinculado de Troilo, le ofreció la conducción de su orquesta, pero Hugo decide pasarle la batuta a Astor Piazzolla, quedando él como primer violín. Luego, esa agrupación se transformó en la primer orquesta de Astor, cuando Fiorentino decidió tomar otros caminos y se alejó de la misma. Baralis continuó allí, hasta 1951, salvo un breve paso con Francisco Rotundo. En ese año, se puso al frente de la dirección de la orquesta de Alberto Marino, debutando en discos Odeon, el 21 de mayo, con la grabación de los tangos: “Margot” y, en el reverso: “Domani”, de Cátulo Castillo y Carlos Viván. La relación Baralis - Marino duró un año, pero antes de disolverse, dejaron grabados cuatro temas más, entre ellos, el éxito más popular de Marino como solista, “Venganza”, una canción brasileña de Lupicínio Rodrigues, traducida al castellano por el escritor Augusto Roa Bastos. Los otros tres: “Mi vieja viola”, “Noche de luna” y “Viejo cochero”. En 1953, debutó en Radio Belgrano dirigiendo su propia orquesta. Al año siguiente, fue invitado por Juan Canaro a participar de su gira a Japón, junto a otros músicos de gran jerarquía, entre ellos: Arturo Penón, Emilio González, Alfredo Marcucci, Osvaldo Tarantino y los cantores María De La Fuente y Héctor Insúa, al regreso de ese viaje, compone el tango “Anone”, que en japonés quiere decir: escuchen. En 1955, fue músico fundador del histórico Octeto Buenos Aires, de Piazzolla, que lo completaban Enrique Francini, Atilio Stampone, Leopoldo Federico, Horacio Malvicino, José Bragato y Juan Vasallo. Entre 1956 y 1957, fue el primer violín de la orquesta de José Basso y, entre 1960 y 1961, participó del cuarteto Estrellas de Buenos Aires, junto a Armando Cupo, Jorge Caldara y Quicho Díaz, reemplazado algunas veces, por José Alegre y la voces de Marga Fontana y Héctor Ortiz. El aporte de Baralis ha sido extenso, además de todo lo relatado, hay que agregar su paso con Julio De Caro, con Carlos García, con quien también viajó a Japón, con el Sexteto Mayor, con Raúl Garello y su último trabajo, durante muchos años, en la Orquesta del Tango de Buenos Aires. Quiero para el final, destacar la importancia de Hugo en la carrera de Astor Piazzolla. Fue él quien lo integró a la orquesta de Aníbal Troilo; quien le cedió la batuta en la dirección de la orquesta de Fiorentino; él que integró y colaboró, en todo sentido, en sus primeras formaciones, en el Noneto, en el Octeto Buenos Aires, en la Operita María de Buenos Aires. Es decir, en toda la idea musicalmente novedosa del maestro. Pero sobre todo, quiero resaltar la admiración y el afecto que sentía por el creador de “Adiós Nonino”. Tuve el privilegio de conocer a Hugo y de construir una linda amistad, a partir de 1990, ya alejado profesionalmente de la música a causa de una hemiplejía. Recuerdo que lo atormentaba no poder estar con su amigo El Gato, como lo llamaba a Piazzolla, del cual no pudo despedirse en vida. Sus anécdotas, sus historias, me permitieron aumentar no sólo mis conocimientos, también indagar y penetrar en el alma de aquellos grandes del tango.

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Tango Francisco Orefice Argentina


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A los quince años de edad comenzó, en forma profesional, su carrera artística musical al realizar una gira por todo el país con una formación orquestal especialista en música seria. Esta ha sido su fuerte y por consiguiente las orquestas clásicas, con las que intervino en conciertos por varias emisoras radiales y primerísimos teatros. En el deambular casi cotidiano por ganarse la vida intercaló lo clásico con lo popular ingresando por 1925 ó 26 a la jazz de Adolfo Avilés, para continuar en el sexteto de Ernesto de la Cruz, la nativa de Rafael Rossi y las típicas de Rodolfo Biagi y Pedro Laurenz, con las que actuó en numerosos locales y radios. Integró después las orquestas estables de Radio del Estado y Radio Splendid. Muy pocas composiciones publicó, siendo el fox-trot “Cuando estoy cerca de ti”, de 1927, su primera obra y con el tango “Embrujo” que hizo con Osvaldo Sosa Cordero y Gregor Kalikian, se introduce en este trabajo por haberlo grabado Carlos Gardel pero con la variante de que esa grabación no salió al público por defectuosa impresión. De cuando Gregor vino de Francia en 1931 invitado por Carlos Gardel para actuar y acompañarlo en algunas grabaciones aquí, es la anécdota que se transcribe y que siempre recordó: «Salíamos una fría madrugada del cabaret Casanova, que antes de refaccionarse era el Maipú Pigall» sito en la calle Maipú, Carlos Gardel, Sosa Cordero, Gregor y yo, cuando al llegar a Corrientes, frente mismo al Trust Joyero, vimos a un pibe voceando unos diarios que tenía. Al acercarnos, Carlitos le dice: —«¿Qué hacés aquí con este frío?» —«Tengo que terminar de vender los diarios» contestó el pequeño canillita. —«¡Dámelos!», dijo seriamente Gardel, al tiempo que ponía dos «verdes» de diez pesos en sus manos y tomando los diarios los tiró a la vereda, ordenándole: «¡Andáte a dormir!», y el pibe salió a la carrera por Corrientes. Sin duda que aquel chico sintióse rico con $ 20,00 en aquel año 31». Orefice nació en Buenos Aires el 2 de abril de 1907.

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Tango Carlos Sánchez Argentina


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Pianista y periodista. Hermano del famoso jazzman Raúl Sánchez Reinoso, la vocación musical de la familia se puso de manifiesto en ellos, logrando ambos un respetuoso nombre en el ambiente musical de Buenos Aires. Supo integrar pequeñas orquestas y amenizó desde el piano programas radiotelefónicos desde 1924 a 1930 y por Radio Stentor dirigió una audición de novedades discográficas. En ese año 24 se inició en la composición con el tango “La barra”, letra de Recalt, que es la primera obra de una lista de 32 que registró; otras: “Flor de pasión”, “El bandoneón”, “Muchachita de mi ensueño”, “Pebeta graciosa”, “Andá con tus amigos”, “Pega-pega”, “El último toque”, “Bésame otra vez”, “Despídeme con un beso”, “Esto es la Argentina”, el tango que le grabó Carlos Gardel “Barra querida” con letra de César Vedani y el lindo “Guitarra gaucha”, con letra de Benjamín Tagle Lara que grabó Corsini. Como periodista publicó sus artículos en diarios y revistas comentando las novedades en grabaciones, noticias sobre artistas y algunos reportajes: La Canción Moderna, Música y Arte, Sintonía, Ideal Film. Debemos señalar uno que dice Conversando con Carlos Gardel aparecido en la revista Ideal Film, en el año 1931, cuyo texto es el siguiente: «Se ha escrito mucho sobre Gardel y su arte. Se le ha presentado a la curiosidad de sus admiradores en diversas poses en la nota gráfica, pero siempre su figura interesante permite descubrir nuevos aspectos al ídolo porteño. El último de ellos no será por cierto su actuación cinematográfica, del que vamos a ocuparnos, por ser el que interesa a los lectores de «Ideal Film». Buenos Aires espera impacientemente el estreno de la película que ha filmado en Francia junto con Gloria Guzmán, Sofía Bozán, Vicente Padula, etc. En procura de novedades sobre el trabajo realizado en Luces de Buenos Aires lo entrevistamos en el Gran Cine Broadway donde actualmente hace su rentrée. Nos recibe en el camarín con esa sonrisa amable que le ha captado la simpatía de todos los públicos, predisponiéndonos al reportaje sin apuros, llano, más bien dicho, a una conversación de viejos amigos. Viste una robe de chambre color azul que al entreabrirse deja al descubierto su pecho de atleta. Está dando los últimos toques a la toilette y en su sonrisa se ve reflejada la alegría de los aplausos que acaba de recibir. ¡Siempre agradecido este muchacho grande y juguetón, mimado por la popularidad! Y nos empieza a relatar cómo se hizo la filmación de la película como lo haría un chico que cuenta una travesura del domingo a un condiscípulo que se quedó sin salida y no pudo disfrutarla. —Cuéntenos cómo se desarrollaba su trabajo. —Muy contento. Me entusiasmaba el film y eso que tenía que trabajar para la película después de la filmación. Imagínese che, que empezábamos a filmar a la una de la mañana y terminábamos a las siete. ¡Eso sí, después de dormir, nada de farra! La mayoría de nosotros no había actuado en películas de responsabilidad y sin embargo, muy pocas veces tuvimos que repetir las escenas. El director, Adelqui Millar, asistido por su ayudante impartía las órdenes que eran cumplidas por nosotros como veteranos. Gloria era la que más hacía diabluras; decía estar cansada y se sentaba, pero en cuanto el director ordenaba ¡Máquina! saltaba de su asiento y posaba haciendo derroche de condiciones. ¡Qué chica buena! Le diré, los demás compañeros, todos muy cariñosos, siempre dispuestos al trabajo, y ambicionando solamente el lucimiento general del conjunto. —Diga Carlitos, ¿estarán representadas fielmente las escenas criollas? —Eso lo comprobarán ustedes cuando vean la película. Les adelanto que los caballos y aperos eran bien criollos. —¿La técnica de Joinville difiere de la norteamericana? —En lo que respecta a la película Luces de Buenos Aires sí, es más adecuada al temperamento latino. En ella se hace más cinema; no se abusa de diálogos, porque eso debe dejarse, según sus directores, para el teatro. Yo comparto esa teoría, creo que algunas canciones y una música adaptada, es lo más adecuado para ese espectáculo, que debe tener necesariamente su técnica propia, diferente a la del teatro, porque la música tiene que substituir al lenguaje. Eso a mi juicio, el secreto del film. —¿La dirección? —Muy buena; pero cuenta con pocos elementos para hacer películas hispano-parlantes que puedan satisfacer el mercado sudamericano. —¿Qué es lo que canta Ud. en la película? —Un tango intitulado “Tomo y obligo” con letra de Romero y música mía. Creo que gustará por la letra. —¡Modesto! —Digo lo que siento. Es tan serena la entonación de su voz que no podemos dudar de tal afirmación. Carlitos es siempre el mismo desinteresado y buen compañero. Los triunfos de sus amigos le causan alegría y su corazón generoso late al ritmo del que comparte su amistad. —¿El ambiente de Joinville? —Delicioso. Es una pequeña ciudad encantadora. La naturaleza le brinda todos sus encantos y los artistas cautivados por su belleza se sienten más inspirados. —¿Muchas amistades? —Sobre esta pregunta temo hablar porque podría olvidarme algún nombre y sería una falta imperdonable. Han sido tantas las personas que he frecuentado y tan amables que las recuerdo con toda gratitud. —¿Anécdotas? —Muchas y sabrosas... algunas tristes. La pobre Sofía, en una escena en que debo tirarla por una escalera cayó con tan mala suerte que falló el truco y la caída fue real. Quedó sin sentido por efecto del golpe. Con todo, una vez vuelta en sí continuó valientemente su labor y la película ganó en realidad, ¡La gauchita muy guapa! En esa misma escena debía darle un golpe de puño a Kindos, artista español que trabajaba con nosotros. Antes de hacer la escena, me había advertido que moderara el puñetazo. «Puede uztez», me decía, «hazerme zaltar el puentezito de plata que tengo en la boca». Ya pueden imaginarse la risa que nos causaría esta advertencia. ¡A nosotros tan criollos y despreocupados! Al final se me fue la mano, pero sin quererlo. —¿Piensa filmar en Hollywood? —En efecto. He recibido propuestas durante mi estada en París. Mi tocayo Chaplín demostrando un gran interés por mi persona fue el que me hizo la más ventajosa. Temiendo ser indiscreto no puedo explayarme sobre este particular como quisiera, por no pertenecerme todo el secreto del asunto. Carlitos es uno de mis mejores amigos. —¿Proyectos? —Muchos, muchos. Fernando Ortíz Echagüe ha escrito un argumento especialmente para mí, creo que pronto se filmará. Dos periodistas uruguayos muy simpáticos también prepararon otro. El reportaje se va haciendo largo. Carlitos no lo siente. Charla mientras su ayudante le alcanza los efectos de vestir. Riverol, uno de sus guitarristas se acerca a nosotros y Gardel lo palmea amigablemente. «Sentate», le dice y sigue atropelladamente haciendo el nudo de su corbata frente al guitarrista como si éste fuera un espejo y, así nomás, al descuido ese trapo que tanto preocupa a los hombres bajo la dirección de sus manos nerviosas que se duermen a veces apretando la guitarra, ha tomado una forma elegante. La parte más ancha le ha ganado a la angosta... «por un cuerpo», dice alguien. Parece que las puntas van a discutir el fallo, no se baja la bandera. El chaleco se cierra. Ya está dado y basta. Carlitos festeja el chiste hípico y agrega: «La parte ancha la corrió Leguisamo y la angosta yo». Una vez más su sinceridad sin afectaciones se desborda como si su corazón se asomara a flor de labios para curiosear. Nos invita con un copetín siguiendo los impulsos de su generosidad después de firmar unas fotografías salimos por aquellos corredores silenciosos del teatro en dirección a la salida. Carlitos nos acompaña siempre charlando. Llegamos, él también se tiene que ir, le aguarda su inseparable amigo Razzano, nos despedimos. Juntos parten en el auto y se va Gardel llevando en su pecho la satisfacción de una vida amable sin preocupaciones». A la nota la acompaña una fotografía de Gardel autografiada que dice: “Para «Ideal Film» y sus lectores. Cariñosamente”. Sánchez nació en Buenos Aires (barrio de Barracas) el 2 de abril de 1904 y falleció en Dolores (provincia de Buenos Aires) el 30 de agosto de 1939.

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Tango Arnaldo Barsanti Argentina


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Dio a conocer varios tangos de antiguo estilo, cuyo suceso quedó circunscrito a la época de su estreno como “Biaba al otario” y “Anastasio el pollo” este último exhumado en 1958 por Miguel Nijensohn, en una buena realización instrumental registrada para Odeon. En 1928 ingresó a la carrera diplomática, en la cual se desempeñó hasta 1954. Fue también un exitoso comediógrafo, desde su obra “El mamboretá” de 1917 en adelante. Ocupó cargos en la comisión directiva de SADAIC. A los títulos ya nombrados se agregan: “Arpegios”, “Calcagno (Los rosales)”, “¡Centinela alerta!”, “Don Pipiolo”, “Echale aceite a la manija”, “El farolero”, “El gorrión [b]”, “El pedigüeño”, “El 7 bravo”, “Flor de damasco”, “Flor de fango [b]” (anterior al homónimo de Augusto Gentile y Pascual Contursi), “Hijas del regimiento”, “Las de Barranco”, “Los invisibles”, “Lucía de Lammermour”, “Mameluco”, “¡Me caiga muerto,ché!”, “No se puede con Muñoz”, “Otello”, “Rigoletto”, “Sonámbula”, “Traviata”, “Trovatore”. 

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